sábado, 19 de septiembre de 2009

Calendario natural del delta: Septiembre

Fotografía: Cumulonimbus en el Delta. 13-09-08

El mes de septiembre es un mes de transición. “Marzo y septiembre son cual hermanos: uno dice adiós al invierno y otro al verano”, dice el refranero.
Las noches comienzan a ser más largas y los días más cortos.
Es el mes de la “Vuelta al cole”, con lo que ello supone para nuestros bolsillos y de los quioscos repletos de coleccionables que nunca terminaremos. Es el mes también, en el que dejamos atrás las vacaciones recientemente disfrutadas, para poder centrarnos en las del próximo año.

Climatología
El clima es muy variable, pasando de forma constante del calor al frío. Hacia mediados de mes, si el verano ha sido muy caluroso, suelen ser frecuentes los fuertes vientos y tormentas, que en ocasiones vienen acompañadas de numeroso aparato eléctrico, inundaciones o granizadas.
Al final de mes, las temperaturas vuelven a subir, dando lugar a lo que llamamos “El veranillo de San Miguel” o “veranillo de los Arcángeles”.
Refranero popular:
Si en septiembre comienza a llover, otoño seguro es.
Septiembre y marzo, ventoleros ambos.
Septiembre seca a las fuentes o se lleva los puentes.

Cultivos
El mes de septiembre es un mes de alegría y bonanza para el hombre de campo. Durante este mes se generaliza la vendimia, se recoge el fruto sembrado y se retira la miel de las colmenas. En los pueblos eminentemente agrícolas, las Fiestas Mayores suelen coincidir con este mes de septiembre, que marcaba el final de la cosecha.
En el Delta del Llobregat los campos se visten de color. La siembra de lechugas, escarolas, coliflores, coles de primavera, habas, acelgas o alcachofas, coincide con la recogida de frutales de pepita, tomates, maíz, patatas, berenjenas, calabazas, melón, melocotón, uvas o higos.
Refranero popular:
Septiembre es frutero, alegre y festero.
Por San Miguel, los higos son miel.
En septiembre el vendimiador, corta los racimos de dos en dos.

El medio natural
El mes de septiembre también es un mes de bonanza para el medio natural. En el campo maduran los frutos de muchas especies, como las uvas, los higos, moras, madroños o granadas, que servirán para que buena parte de nuestra fauna consiga acumular esas reservas energéticas tan necesarias para afrontar el duro invierno que se avecina.
También es a partir del mes de septiembre cuando se suceden, a un ritmo mayor, las migraciones de aves, que huyendo del frío otoño, llegarán a nuestras tierras o partirán hacia tierras más cálidas.
Entre otras, partirán hacia África golondrinas, aviones comunes, vencejos, abejarucos, ruiseñores, autillos, águilas culebreras y águilas calzadas. Mientras que nos visitarán, o se quedarán entre nosotros, flamencos, grullas, cigüeñas, colirrojos, o currucas, entre otros muchos.


El Delta del Llobregat. Breve reseña histórica

El Delta del Llobregat es el segundo delta más extenso de Cataluña y constituye la mayor reserva de agua subterránea del barcelonés. Abarca una amplia llanura aluvial de 97 Km2, que comprende 8 municipios: El Prat de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, Viladecans, Gavá, Castelldefels, Cornellá de Llobregat, Hospitalet de Llobregat y Barcelona.

Por su alto valor estratégico y medioambiental está considerado por la Unión Europea como Zona de Especial Protección para las Aves. Su situación, en plena ruta migratoria del Mediterráneo occidental, a mitad de camino entre los Aigüamolls de l´Empordà y el Delta de l´Ebre, la convierten en una importante zona de nidificación y descanso de aves.


El proceso de formación

Su formación geológica comenzó hace aproximadamente 18.000 años, aunque el delta actual, también llamado Complejo Deltaico, data de un período posterior, de hace aproximadamente 2.500 años, a partir de las aportaciones de arenas y limos depositados por el río Llobregat.


Primeros pobladores

Descubrimientos recientes dan testimonio de una presencia humana, más o menos esporádica, en sus costas desde el siglo IV a.C. Se trata, sobre todo, de navegantes púnicos, dedicados al comercio de productos de Ibiza y la Mediterránea occidental.

Con la llegada de los romanos en el siglo II a.C. se extiende el uso de la moneda como fuente de intercambio económico. Las tribus ibéricas residentes se integran, poco a poco, a los nuevos modos de hacer a la romana: Se pasa de habitar en pequeños asentamientos o poblados a las grandes villas romanas y la agricultura de subsistencia, predominante hasta entonces, desaparece dando paso a las grandes explotaciones agrarias, enfocadas a aumentar la producción de cara a la exportación (sobre todo cereales y maíz, al principio y vino, en época más tardía).

Entre finales del siglo IV, coincidiendo con la decadencia del imperio romano, las relaciones comerciales con el exterior se paralizan y los asentamientos existentes en el Delta del Llobregat terminan abandonándose.

Se produce en la zona un retroceso económico de unos mil años, volviendo a la economía de autosuficiencia del siglo IV a.C.


La Edad Media (siglos X al XV)

El Delta del Llobregat fue durante muchos siglos un territorio hostil, insalubre y peligroso, habitado por una población precaria y dispersa que siempre estuvo sometida a las duras condiciones climatológicas, sanitarias y de seguridad impuestas por el medio natural. Las inundaciones, provenientes tanto del río como del propio mar, eran tan frecuentes que hacían prácticamente imposible la ocupación humana.

Insalubres extensiones de marismas y cenagales, frondosos bosques de ribera y playas con enormes campos de dunas conformaban un duro paisaje, dominado por el barro y el agua, que unidos a unas condiciones higiénicas muy deficientes y a la falta de agua potable, favorecían la propagación de enfermedades como el paludismo, el tifus, o la disentería.

Su población malvivía entregada a una economía de subsistencia, basada sobre todo en la agricultura (muy limitada) y la ganadería, que en ocasiones podía complementarse con la pesca o la caza.

Otro factor clave de este período fue el aislamiento, provocado por el precario estado de los caminos y la dificultad añadida que suponía atravesar el río en una barcaza insegura. Esta situación se prolongaría hasta finales del siglo XIX, con la construcción de dos puentes: El de Ferrán Puig (1873) y el del ferrocarril (1881).


La transformación agrícola (XVI-1850)

A partir del siglo XVI comenzó a modificarse la situación de dominio total del medio sobre el hombre, con la introducción de nuevos métodos agrarios, como la desecación de marismas, la roturación de tierras o el cultivo de nuevos productos de secano (trigo, cebada, maíz y viña), que darán lugar a la primera gran transformación agrícola del territorio, permitiendo su ocupación continua.

A partir del siglo XVIII las condiciones de vida de los payeses del delta, se verán favorecidas por la introducción de mejoras en las condiciones de vida de las masías, o la llegada de personal médico con utensilios higiénicos y sanitarios apropiados.

A medida que se consolida la ocupación humana, se invierte dinero público en la defensa contra el medio, como la construcción a partir de 1606 de un terraplén de protección contra las riadas, paralelo al río, que no se consolidaría hasta el siglo XX.


La transformación del Delta

Todo se verá alterado a partir del desarrollo, durante la segunda mitad del siglo XIX, de diferentes sistemas de obtención de agua, tales como la construcción de canales de riego (Canal de la Dreta, 1858) o el descubrimiento de las aguas artesianas (1893), que darán paso a la actual agricultura intensiva de regadío, basada principalmente en productos de la huerta.

A partir del siglo XX la agricultura dejará de ser la actividad económica predominante en el Delta del Llobregat, a pesar de que sigue siendo una de las zonas agrícolas más importantes del Mediterráneo, dando paso a la industria, en un primer período y a las actividades terciarias, en la actualidad.


El Delta en la actualidad

El complejo Deltaico actual es un espacio donde el medio, paradójicamente, ha sido transformado por la acción humana. En él coexisten múltiples ambientes: Los espacios naturales (mar, río, marismas, lagunas y pinedas) y los cultivos, caracterizados por su vulnerabilidad, y las zonas más pobladas, como las urbanas, industriales, de servicios, red viaria y ferroviaria y grandes infraestructuras como el Puerto y el Aeropuerto, caracterizados por una insaciable necesidad de expansión.

El Delta del Llobregat se encuentra en la actualidad amenazado por tierra, mar y aire. Ha sobrevivido a riadas, inundaciones, enfermedades, penúrias económicas, cargas fiscales abusivas (diezmos, tributos...), incursiones armadas (caudillo Almanzor, 985), batallas navales (Ramón Berenguer III contra los sarracenos, 1015), peste bubónica (1348) o las invasiones de piratas de origen bárbaro (1550), pero sin embargo, es ahora cuando más peligro corre, a manos del "progreso" injustificado y la codicia humana.

En medio de este frágil mosaico de paisajes destacan, por su valor educativo y medioambiental, los espacios naturales.

En el Delta han sido catalogadas más de 350 especies de aves diferentes y continúan apareciendo nuevas cada año. También podemos encontrar una interesante población de invertebrados, anfibios y reptiles y son especialmente interesantes, a nivel catalán, las poblaciones de Salicaria y Stachis marítima o las más de 20 especies de orquídeas registradas.

Sin duda alguna, todo ello constituye un rico patrimonio natural, que amenazado de forma continua por la mano del hombre, deberíamos proteger y a ser posible, expandir.

Pero para proteger, primero hay que conocer y entender. Esa deberá ser a partir de ahora nuesta meta.